Las opiniones, mentiras, prejuicios que hacemos de los demás hablan poco o nada de ellos, pero lo dicen todo de nosotros. Inicialmente, es un pensamiento que surge de imaginarnos o ponernos en la misma situación, pero al “sacarlo”, nos olvidamos de la comprensión y de que cada persona es diferente. Al hablar, es muy fácil equivocarse sin pensarlo antes, e incluso podemos dar una imagen sobre nosotros que no es auténtica, sino fruto de nuestras opiniones, y si lo es, sería conveniente ser cuidadosos y prevenir dar nuestra opinion.
Cuidar las maneras es igual de importante. Las palabras provocan distintos sentimientos, odio, desanimo, intranquilidad, amor, alegría, valentía... La forma en la que nos expresamos puede cambiar esos sentimientos para los oyen, y para los que hablan. Todo lo que escuchamos nos afecta, en menor o mayor medida, y más si es nuestra propia voz la que nos habla. Los humanos tenemos el privilegio de cumunicarnos a través del lenguaje, pero cuanto más productivo es, más peligroso y dañino también. Podemos hablar con intenciones positivas o negativas, y dependiendo de esto podemos llegar a desarrollar características distintas de nuestro carácter, lo cual influye en la imagen que damos a los demás y a nosotros mismos.
Ser cuidadosos con lo que decimos y usar nuestro propio vocabulario, sin utilizar otros que sean despectivos, nos ayuda a tener una mejor comunicación con los demás. Si nos esforzamos en hablar de una forma agradable, intentando no juzgar y ser objetivos, podemos llegar a cambiar nuestro mundo y la percepción que tenemos de él.
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